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Liga Endesa

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Cuestión de orgullo (94-79)

El espíritu Granca, de las yemas de Eulis Báez, estalló a un Baskonia sin respuesta.

Era cita de grandes ocasiones. Tras cinco largos días de reflexiones para evitar que la temporada acabara a las primeras de cambio, el Herbalife Gran Canaria saltó a la pista con la mentalidad de pelear, de luchar. De caer, si se caía, con la cabeza alta. Con ganas de demostrar la valía que le hizo campeón de Supercopa Endesa y que le permitió luchar por el título en este Playoff de liga.

En frente, lógicamente, un rival de entidad. Uno que luchó dos partidos en Moscú contra CSKA en unos cuartos de final de Euroliga. Uno hecho para pelear con los gigantes del baloncesto español y que, el pasado sábado, había dado primero. Adam Hanga amenazó con ofrecer su mejor versión anotando un triple en la primera posesión baskonista. Fue preámbulo del altísimo nivel ofensivo de ambos conjuntos en los minutos iniciales del encuentro. Royce O’Neale, que fue de la partida junto a McCalebb, Salin, Báez y Pasecniks, se erigió como figura clave en los compases de anarquía y anotación desenfrenada. Pero la mejor noticia fue la del triple de Sasu Salin. El finés, que había firmado un paupérrimo 0/10 en el Buesa Arena, clavó su segundo intento desde más allá de 6,75 (14-9, minuto 5) para abrir una tímida brecha.

Respondió rápidamente el Baskonia de la mano de Shengelia, que fue el mejor jugador vitoriano de la noche. Pero el Herbalife Gran Canaria estaba concentrado en lo que debía hacer. Los triples no entraban, con Salin, O’Neale y posteriormente Kuric errando varios tiros librados, pero la fluidez ofensiva permitía a Planinic sumar en la pintura, o a Albert hacer uso de su inteligencia para contribuir a que la diferencia llegase a los dobles dígitos tan solo en el primer período (27-17).

El Gran Canaria Arena presentaba una buena imagen con un inmejorable ambiente y el equipo sonreía. Planinic seguía causando estragos al equipo que no le quiso este pasado verano y anotaba para poner doce de diferencia. El conjunto de Sito Alonso no hallaba manera de meterse en el partido. Caían algunos puntos, pero eran intermitentes y en acciones aisladas. En cambio, McCalebb cogía la trompeta, el saxo y el bajo para conformarse como el hombre orquesta de los claretianos y hacer bailar a los suyos al son del mejor jazz de Nueva Orleans. Sito escuchaba, y no le gustaba (41-24, minuto 18), viéndose obligado a solicitar tiempo muerto.

El espíritu Granca de las mejores noches salió a relucir con un Eulis Báez imparable. El dominicano acabaría firmando el mejor partido de su temporada y dio alas a los isleños en unos minutos en los que el joven Diop era el responsable de tirar de los suyos. La diferencia llegó a superar la veintena en varios intervalos del segundo cuarto para acabar en diecisiete cuando ambos equipos enfilaban túnel de vestuarios (49-32).

Una cuestión de orgullo

Pasecniks la hundía en el tercer acto y Báez anotaba para poner los veintiuno de diferencia en el electrónico. Sito Alonso, desesperado, intentaba alentar a los suyos al mismo tiempo que protestaba airadamente a los árbitros. Y lo cierto es que el trío colegial fue protagonista, en cierta medida, de unos dos cuartos que se hicieron eternos por la cantidad de faltas y trabas en el juego. Era inevitable que Baskonia, con el talento que atesora su plantilla, no se enchufara al encuentro. Larkin y Shengelia tiraron del carro (55-44, minuto 25) y forzaron el tiempo muerto de Casimiro, que ante la cámara de televisión había comentado, minutos antes, que el equipo debía guardar la calma en la probable remontada baskonista.

Y el Herbalife Gran Canaria se mostró entero. No titubeó ni un momento ante el empuje de los vitorianos. Los claretianos siguieron dominando el tempo del partido, anotando con inteligencia en acciones elaboradas y cerrando el rebote para evitar segundas opciones de un Baskonia que tampoco era capaz de correr. Jugada a jugada, los de Luis Casimiro crecían con confianza y fuerza para, poco a poco, recuperar la distancia perdida. Bo McCalebb, que ofreció su mejor versión, seguía siendo imparable para Larkin y compañía (71-53).

Pero si hablamos de mejores versiones, hay que mentar a Eulis Báez Benjamín. Jugador más veterano -por años en el club- y capitán del equipo, el dominicano acabó con 18 puntos, 6 rebotes y 2 asistencias para 31 créditos de valoración. Pero, por encima de todo, Báez fue un líder. Fue un claro ejemplo de lo que significa el Orgullo Granca, el espíritu que ha hecho que un equipo de colegio haya podido jugar finales europeas, nacionales, y levantar un título. El caribeño fue demoledor en todas y cada una de sus acciones sobre todo por la confianza que mostraba.

El Baskonia, eso sí, se acercaba peligrosamente en el marcador de la mano de Larkin. Llegaron a rebajar la distancia hasta los diez (73-63, minuto 34) pero el Gran Canaria Arena empujó cuando los claretianos sudaban para mantenerse con ventaja. Salin convertía un rebote de pillo en un triple de oxígeno puro para los amarillos. Lo peleaba Baskonia, pero a corazón era imposible ganar a este Granca. A este Báez.

Los isleños acabaron sumando un triunfo de carácter, de enorme valor moral, que supone alargar la temporada. El domingo por la tarde espera de nuevo el Buesa Arena, el Baskonia, a un Herbalife Gran Canaria que no ha dicho su última palabra.

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